Suenan aplausos en los balcones y Ramona y Jorge se sonríen y saludan.
Volvemos unos días atrás.
Jorge camina por su calle de aceras estrechas. Ramona sale de la frutería. Jorge le cede el paso. Aún no se conocen. Hoy es 10 de marzo.
Llega el confinamiento y pasan los días. Ramona es una persona con salud delicada, edad avanzada y vive sola. Hasta ahora se desenvuelve bien en el día a día, pero la vida nos ha cambiado a todos. Ramona busca apoyo en Lucía de Proyecto Senes que la acompaña en el camino desde hace unos meses, Senes contacta con la Red de Cuidados Guindalera y facilita la ayuda.
Jorge la llama por teléfono, se presenta, muestra toda su confianza e indica que él se encargará de realizar esas tareas que por sí sola no puede. Tantas veces como sea necesario.
¿Cómo dos desconocidos se ayudan? Mostrando confianza mutua.
Ramona no sólo corre un gran riesgo, además pone en riesgo a otras personas por lo que su manera de ayudar es cuidarse y ser cuidada. Es consciente de ello.
Día a día la confianza es mayor y se transforma en algo más que hacer una compra, se convierte en tranquilidad emocional, sentimiento de tener a alguien cerca con quien poder contar.
A pesar de ese pequeño sentimiento de extrañeza, se identifica perfectamente con Jorge por su altruismo y su solidaridad en estos momentos tan complicados.
Pronto se da cuenta que no son los únicos. Muchos vecinos del barrio se ayudan de distintas formas. Han creado una Red de Cuidados que llega a todo el distrito y a la que se suman muchas más personas como ellos.
Gracias a personas como Jorge, que teniendo claro el concepto de comunidad, las ganas de ser útil y siendo consciente de las luchas que otras personas realizaron antes, se preocupó de poner un cartel en su edificio, se dio a conocer en redes sociales y buscó por internet.
Entró en un grupo de whatsapp, constituido como red de cuidados, donde llegan necesidades y las ayudas se canalizan.
Jorge tiene claras muchas cosas. El aprendizaje diario. El sentimiento de ser uno más dentro de la comunidad, alejando ese día a día tan individualista de nuestra sociedad.
Pone su granito de arena para paliar la sensación de soledad y vulnerabilidad de las personas mayores, no sólo a día de hoy, si no en un futuro.
Su mirada se realiza desde otros ojos. No estamos aislados. Podemos realizar muchísimas tareas que unen a un barrio. Bancos de tiempo, clubes de lectura, conversaciones, juegos…
En definitiva, cuidar lo común y lo común, somos nosotros.
Por cierto. En cuanto termine esta situación podréis ver a Ramona y Jorge por el barrio, tomándose un café y dándose un abrazo.